¿Cuándo fue la última vez que te cortaste el pelo?
Yo, este mismo viernes. Me lo pedía el cuerpo. Ya no me siento identificada con el pelo largo y alisado que llevaba cuando estaban de moda las mechas californianas.
Paso.
Ahora me gusta llevarlo cortito y bien rizadito. Además, desde que mi peluquera me descubrió que tenía el pelo rizado —después de 24 años creyendo que mi pelo era un churro medio ondulado y siempre encrespado—, junto con el método curly, para mí tener el pelo sano, natural, fuerte y bonito es un innegociable de mi autocuidado.
Ojo cuidao, que aquí entra en juego mi «yo espiritual» y feminista empoderada que no quiere ser superficial ni juzgar el físico y todo eso. La Dolores ataca con todo su arsenal:
—Tía, tienes un ego más grande que un Boeing 747. Mucho yoga y mucho meditar, pero bien que te dejas la pasta en ponerte guapita en la pelu y en comprarte tus ecochampús.
Bueno, pues sí, qué quieres que te diga, tía.
Ante esta situación, tengo dos opciones:
Escuchar a la pesaíta de la Dolores y aguantarme con un moño y un pelo que no me representa ni empodera.
Mandarla a la mierda. La que lleva el coche en esta vida soy yo, y hago con mi pelo lo que me da la gana. Fin de la conversación.
Llevo años cuidándome mucho cómo me hablo. Cada mañana, boli en mano, dedico 15 minutos a vomitar en un cuaderno todos los pensamientos tanto agradables como desagradables que tengo pululando por esta cabecita. Por eso, cada 3 o 4 meses decido invertir en mi pelazo, porque me quiero ver guapa no solo por dentro, sino también por fuera. Y sí, digo invertir —y no gastar— como si fueran bitcoins porque las palabras, como decía el sabio de Dumbledore, «son nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo».
Pues eso, que fui a la pelu y por mis ovarios que yo salía de allí con flequillo. Y no cualquier flequillo, no… Quería un flequillo rizado. Llevaba años queriéndolo y siempre me decían que no, que me iba a quedar mal, que era complicado de trabajarlo, que si el remolino esto, que si el nacimiento del pelo aquello… Y nunca me atrevía, joder.
Pero ayer, por fin, le dije a Montse, mi peluquera:
—Tía, que estoy harta de que me digan que el flequillo no es para mí, que no me voy a quedar con las ganas de saber cómo me queda el pelo tal y como llevo años soñando. ¿Que mañana me levanto y parezco el del anuncio del 11888? Pues ajo y agua y a reírse, que la vida son dos días.
¿El resultado?
Lo tienes aquí.
Yo me veo en modo diosa 💃🏻.
Aunque ese músculo divino tenemos que trabajarlo especialmente nosotras, amigas.
Ahora te toca a ti decidir.
¿En qué vas a invertir tu dinero, tiempo y energía?
¿Para qué lo vas a hacer?
¿Qué vas a ganar?
¿Qué puedes perder?
En esta última sección, lo que quiero hacer es inspirarte, removerte, hacerte preguntas, ampliar tus horizontes y hablarte de cosas, productos o servicios que he descubierto y que me chiflan. Quiero rendir homenaje a las mujerazas que me han impulsado, a los libros que me han transformado, a las personas que me han acompañado y a los proyectos, cursos, formaciones y productos que me han ayudado a arrancar y despegar mi potencial. Además, ahora que viene el final de año y la Navidad, es buena época para reflexionar y ver hacia dónde estamos dirigiendo nuestra atención, tiempo y dinero.
Montse es LA peluquera. Con su pasión y formación en método curly, te enseña a descubrir y potenciar la fuerza de tus rizos, a cuidártelos con productos sostenibles y hechos por pequeñas empresas de España y a que salgas de la cita flipando con tu nuevo pelazo. Como digo, mi cita con ella es uno de mis innegociables de autocuidado.
Si tienes pelo rizado y estás hasta el moño de salir de la peluquería con el pelo chamuscado y alisado como si una vaca te hubiera pegado un lametazo, ella es tu chica. Además, está en mi mentoría para despegar su marca personal y su negocio a través de Instagram, y lo está petando ya ✨.
¿Eres emprendedora y estás más perdida que el barco del arroz con tu emprendimiento digital? ¿No sabes cómo sacar todo tu potencial y ser tu yo más auténtica? Dímelo aquí abajo en comentarios y vemos cómo te puedo ayudar a despegar 🚀.
Un cambio de pelo necesita unos pendientes a la altura, y no podía autorregalarme otros que no fueran los de Clara. Estos cumplen todo lo que quiero cuando voy a invertir mi dinero: hecho a mano, de emprendedores que curran con cariño y de proximidad (tan próximos que los recogí en la puerta de su casa, vaya).
Ella era mi compi de instituto y, aunque la vida nos haya llevado por caminos alejados, me alegro inmensamente de que le vaya bien su emprendimiento y que se permita mostrar al mundo su preciosa artesanía. Si tienes que regalar(te) algo material, déjate de Shein y apoya a tu comercio local.
El año pasado fue la primera vez en mi vida que cogí papel y boli, me fui a mi cafetería favorita de Sevilla y me puse a reflexionar sobre ese pasado año 2021.
Ahora, con el 2022 a puntito de terminar, toca otra vez echar la vista atrás y ver todo lo que he logrado y construido —que, sin duda, es mucho más de lo que pudiera haber soñado—.
Me encanta organizar, planificar y bajar a tierra objetivos para cumplirlos. Te diría que es uno de mis talentos, sí. Pero, si no te conoces ni sabes cuáles son tus valores, qué te gusta y qué no de tu vida, qué peso estás llevando en tu mochila que no te corresponde… los objetivos que te propones, ¿salen de ti o de lo que dicta la sociedad?
Si no tienes ni idea de por dónde empezar a reflexionar, vas a necesitar el Diario anual, un ebook imprimible con ejercicios para revisar tu pasado, analizar tu presente y dirigir tu futuro con el objetivo de clarificar tus valores y diseñar tus metas. Para mí, lo mejor que pude hacer en enero de este año: sentarme a programar hacia dónde quería llegar (aunque luego la vida dirá).
Tú, contigo misma y un trozo de chocolate que sabe al paraíso en la tierra.
Piénsalo.
Desde que descubrí el sabor del chocolate de verdad, me he vuelto una maldita sibarita. Y es que ni Milka, ni Lindt, ni Nestlé ni Ferrero Rocher serán nunca más lo mismo después de probar el chocolate auténtico. Por ahora, mi favorito es el de flor de sal, pero —hablando de objetivos— en 2023 quiero zamparme toda su carta. TODA.
Sé que es raro plantearse e investigar de dónde proviene cada alimento que comemos, pero yo llevo una rachita en modo CSI. Nos creemos que todas las naranjas son de Valencia y los tomates de la huerta, pero ¿y los aguacates? ¿Y el café, el chocolate, los kiwis, las papayas…? Me puse a indagar en este documental de Netflix y vaya mafia hay montada con algunos de nuestros alimentos favoritos. Por ello, intento ser una consumidora más informada y comprar cuando es posible en lugares donde sé que se cuida a todas las personas y animales que forman parte de la cadena alimentaria.
No tengo nada más que añadir. Chocolate de Puchero si quieres quedar bien con tus suegros. Del café de especialidad espectacular que tienen… ya te hablaré otro día.
Un abrazo lleno de chocolate bien rico y pelazo bien rizado.
Inés
P.D. Si no sabes quién es la Dolores, te tienes que leer mi anterior entrega. Seguro que tú también tienes a una en tu vida.
Totalmente de acuerdo Inés! Me ha encantado leerte :) Soy Maca del grupete se Vida por cierto, ahora te sigo por Insta 😊 Un abrazo enormeeee
Gracias por todas las ideas!!!!